Sabemos que hasta finales del siglo
XVIII y como en todas las poblaciones españolas, los enterramientos se
efectuaron en el suelo de nuestra Iglesia. Por razones de salubridad pública,
la Real Cédula de 1787 aconsejaba a los poderes
públicos y eclesiásticos el abandono de dicha práctica, y se construyeran sin
demora "cementerios campales" a cierta distancia del casco urbano de
las poblaciones, a fin de evitar los trastornos de salud pública que la
anterior práctica conllevaba. El 18
de diciembre del año 1807, Don Diego José Roldán, cura más antiguo del lugar, y
el Cabildo Municipal acuerdan que como
se hallaba en Calañas el maestro
alarife de la Catedral de Sevilla, Juan Blanco, realizando obras en la Iglesia
parroquial, sea éste quien señale el lugar apropiado para la instalación del
nuevo cementerio y evalúe los gastos de dicha edificación. Debido a esto. el
notario eclesiástico de la localidad redacta el siguiente acta:
" En dicha villa, día, mes y año,
habiéndosele hecho saber al maestro Juan Blanco concurriese con sus mercedes
para el fin propuesto.., pasaron sus mercedes, acompañados de dicho maestro,
por ante mí, el notario, a reconocer y a elegir el sitio más cómodo por todo el
ejido de ésta Villa, y después de haberlo visto, convinieron sus mercedes, con
dicho maestro, elegir para cementerio y enterramiento el sitio que llaman del
Santo, pegado a la ermita de San Sebastián, cuya ermita puede servir de capilla,
y señaló para el cementerio treinta varas en cuadro, su altura cuatro varas y
media y dos tercias de anchura, y se evaluó su costo en 30.000 reales de
vellón."
Los entonces alcaldes de Calañas, Don Pedro Romero Santos y Don Juan Díaz
Romero, le envían al cura Don Diego José Roldán la siguiente comunicación el
seis de marzo de 1808:
Sr. Don Diego José Roldán:
Como alcaldes que somos de éste lugar,
hemos recibido el oficio que se ha servido dirigirnos, de fecha primero de
marzo del corriente, relativo a la construcción del cementerio y sobre su
contenido a nombre de todo éste Ayuntamiento, entre quienes habemos (sic)
tratado los puntos que dicho oficio comprende, uniformemente decimos que, desde
luego, por lo respectivo al sitio destinado y demarcado detrás de la ermita de
San Sebastián y San Roque, no hay el más leve inconveniente en que dicho sitio
sea donde deba hacerse, y por lo tanto téngase concedido por éste
Ayuntamiento.., pero en lo que respecta a ayudar para la obra con parte del
caudal de éste fondo, no podemos avenirnos en el día, por cuanto el destino de
éstos fondos públicos están servidos a lo que únicamente previene el
reglamento, sin poder hacer otro gasto alguno que él expresa, sin facultad y
licencia del Real Supremo Consejo de Castilla; además de que por la continua
calamidad de los anteriores años, se halla éste vecindario en lla mayor
infelicidad, y éste Cabildo en los más estrechos apuros para poder satisfacer a
las cargas precisas que debe a sus dependientes asalariados y demás gabelas a
que están afectos, y no se halla a quien poder cobrar, por la suma pobreza que
se toca en todos éstos vecinos, y tal vez se podría hablar en la materia con
otros ánimos si vinieran años más abundantes que los que de presente se están
experimentando.."
Desconocemos quien corrió con los gastos que
conllevaba la realización de la obra del cementerio, ya que no hay documentos
que lo aclaren. Creemos que sería el estamento eclesiástico, muy rico por aquellas
fechas, el que debió aportar los 30.000 reales.
Así, a partir de 1808 los alcaldes y cura más antiguo del lugar autorizan su
uso como Cementerio. No obstante en la Iglesia se enterró hasta el año 1.837.
El 28 de marzo de 1842, siendo Alcalde de Calañas Don
Francisco Chaparro, reunidos en el Ayuntamiento un grupo de vecinos para tratar
del destino de la inversión de cierta cantidad que se encuentra en poder de la
Corporación procedente de la venta del crédito del Papel correspondiente a
Diezmos de los años 1837 y 1838, cuyos legítimos dueños no pueden depurarse sus
verdaderos acreedores ni mucho menos la de otros fondos procedentes del
empréstito que éste Pueblo hizo en los años 1813 y 1814 al Consulado de la
ciudad de Sevilla para atender con él al ejército destruido en aquella época, se decide con ellos la construcción de un
Cementerio.
En el mes de mayo de 1886 se decide
la construcción del nuevo Cementerio encargándose el proyecto al arquitecto
provincial Don José Gallego Díaz. El emplazamiento será en el cercado de Don
Bartolomé Vélez Baquero, junto al camino de La Coronada, siendo su contratista
Don Sebastián Borrero Marroco.
El día 1º de noviembre de 1889, se
inaugura el Nuevo Cementerio.
El 25 de septiembre de 1897 se trata
del estado ruinoso en que se encuentra el Viejo Cementerio, acordándose la
construcción de una fosa común para recoger los restos que se encuentren
dispersos. En enero del año siguiente (1898), se acuerda reparar las bóvedas de
la Iglesia del Viejo Cementerio.
Está situado al sur de la población,
junto a la H-141, sobre un terreno sensiblemente plano, con suave pendiente
hacia el fondo. De trazado rectangular, mantiene un primer recinto, en el que
se disponen pandas de nichos, un segundo patio en cuyo fondo se levanta la
Capilla, y tras ella un tercer recinto, con entrada independiente, para
disidentes. Lo rodea una cerca de fábrica enjabelgada, con molduras de ladrillo
visto y remates de "flambeaux" cerámicos. En el frente de acceso, la
cerca es baja, con zócalo y pilastras de ladrillo, estas últimas con
entrecalles y remates cerámicos. La portada tiene frontón triangular y combina
la cal y el ladrillo visto. Reja metálica entre pilastras. El primer patio está
delimitado por otro frente posterior. La vegetación cuenta con cipreses
corpulentos y trébol tapizando el resto. Hay unas pequeñas dependencias en los
muros laterales a la altura de la división entre patios. En el segundo recinto
predominan los enterramientos en el suelo, alternando series de niños y
adultos, con nichos en todo su perímetro. El lapidario se está renovando,
destruyendo o reutilizando lápidas, algunas de interés. El cementerio
protestante posterior se halla hoy incorporado, mediante un paso. Su ampliación
se produjo el año 1927.
La familia del actual enterrador, Juan José Márquez Pérez, ha ejercido durante décadas éste mismo oficio.
CALAÑAS, 2017