De forma paralela a la aparición de
ermitas, están otros centros de culto como son los humilladeros, calvarios,
templetes y capillas. Estas aparecen en la Edad Moderna y se extienden por
ciudades y pueblos siendo objeto de cultos y rituales por parte de la
feligresía. En el Andévalo podemos destacar de éstos elementos urbanísticos las
cruces en Puebla de Guzmán, marcos de azulejos representando las estaciones en
Villablanca, la Vía Sacra en Alosno devoción al Cristo de la Columna, los
cruceros emplazados a la entrada o salida de los pueblos o en la ermita de San
Benito en El Cerro, elementos que luego se trasladaron al interior de la
población, dando lugar a las típicas cruces de mayo.
No podemos olvidar que al margen de
las devociones citadas, quedan las impuestas oficialmente por el estamento
eclesiástico como titulares de parroquias casi todas vinculadas a
acontecimientos de la vida de María (en Calañas, Ntra. Sra. de Gracia) y en muy
pocos casos de la vida de Cristo o miembros de su apostolado, pero todos
sabemos que la mayoría de éstas devociones no gozan de la popularidad de sus
patronos. Las órdenes religiosas también expandieron sus respectivas advocaciones a lo largo de los
pueblos del Andévalo (franciscanos con Inmaculada, dominicos con el Rosario,
carmelitas con el Carmen, etc.) (En Calañas hubo una hermandad del Rosario y
otra del Carmen en 1622). Los santos, aunque con menos repercusión, también
aparecen con sus condiciones de sanadores o dispensador de favores y milagros,
siendo en el Andévalo los ejemplos más claros los de San Benito, Santa Bárbara
y San Sebastián (que acaparó multitud de pueblos, entre ellos Calañas), santos
que tuvieron sus ermitas (en Calañas, la de los Santos Mártires (San Sebastián
y San Roque) hoy futura Sala de duelos).
A partir del siglo XVI se revitaliza
la celebración de la Semana Santa a través de la fundación de las cofradías de
penitencia, sacando las imágenes de Pasión de Cristo a la calle. Luego serían
los Cristos y las Vírgenes en sus andas con acompañamiento de hermanos de luz
en el cortejo, disciplinantes aplicándose sus penitencias, figuras de armados,
etc. buscando el mayor lucimiento posible. Las hermandades y cofradías son
instituciones canónicas de seglares autorizadas por la autoridad eclesiástica,
que surgen con el propósito religioso de dar mayor realce y permanencia al
culto de determinadas imágenes y a la expiación de culpas, cumpliendo algunas a
su vez otras funciones de carácter asistencial, defensas de grupos o apoyo
mutuos.
Aparecen a su vez las Hermandades
Sacramentales (en Calañas fueron redactadas su Reglas en 1557) . Su programa de
cultos se centraba en la celebración del Corpus y su octava, fiesta solemne los
terceros domingos de cada mes con misa cantada y procesión en el interior del
templo. Otras hermandades paralelas fueron las de Ánimas, dedicadas a la
celebración de sufragios por las almas que habían de sufrir un período de
purificación antes de pasar al Paraíso (también hubo una en Calañas en el siglo
XVI) y las de la Vera Cruz (existía en Calañas en 1574, año en que reforma sus
Reglas). Un segundo grupo de cofradías vendría conformado por las del Santo
Entierro y Nuestra Señora de la Soledad, que aparecen a mediados del XVI y
permanecen hasta finales del XVII (casos de Valverde del Camino, Villablanca,
Villanueva de los Castillejos, siendo algunas de ellas retomadas con la
fundación de hermandades que toman su herencia. En un tercer grupo podemos
encuadrar las cofradías de Jesús Nazareno, que hacían su estación de penitencia
la madrugada del Viernes Santo (en Calañas procesionó el Nazareno hasta 1930).
Tras la crisis de la vida cofrade
provocada por la guerra civil, el anticlericalismo y la posguerra, llegó la
recuperación de alguna de esas antiguas cofradías, como el caso de Calañas, donde
en los años 50 resurge el fervor popular con la reaparición de la Hermandad de
Nuestro Padre Jesús Nazareno y la fundación de la Hermandad Obrera de Caridad y
Penitencia, conocida como "la de los mineros", que tenía como
titulares a Nuestro Padre Jesús Cautivo y María Santísima en su Amargura.
En la recta final del siglo XX hay un
resurgimiento cofrade en la mayoría de
las poblaciones del Andévalo, fundándose hermandades como la Jesús
Nazareno en El Cerro (1970), la del Señor de la Columna en Alosno (1981), Nuestra
Señor del Mayor Dolor también en El Cerro (1983), en Alosno la Unión Pía de
Nuestro Señor de la Sangre y María Santísima en su Soledad (1986), en Calañas
se refunda la hermandad de Caridad y Penitencia (1988) realizando su estación
de penitencia la tarde noche del Jueves Santo. En algunos lugares, la carencia
de hermandades se suple con la colaboración de grupos y parroquia para
celebrar, aparte oficios litúrgicos, cultos como Viacrucis sacando imágenes en
cortas procesiones como el Cristo de la Vera Cruz (Calañas), Crucificado y
Virgen de los Dolores (Cabezas Rubias, El Granado o Santa Bárbara de Casas).
En el Andévalo, donde la población
era principalmente minera y agrícola, nos haría pensar que era poco afecta a
las consignas eclesiales y por tanto practicante de una religiosidad poco
influida por los eclesiásticos, lo cual no quiere decir que no fueran
religiosos. Todos sabemos que la participación en los cultos era muy fría,
sobre todo en los hombres, ya que pensamos que las cosas de la Iglesia son
propias de mujeres, y además se daba más importancia a la parte folklórica de los mismos que a la
celebración de la Eucaristía en la mayoría casos.
Podríamos concluir diciendo que:
- Es destacado el marianismo de la comarca del Andévalo,
junto a una presencia de santos y la casi totalidad ausencia de Cristos.
- Se observa un predominio de las mayordomías y una escasa
presencia de hermandades históricas.
- Hay una ausencia de devoción totalizadora que incluya a
toda la comarca del Andévalo, si bien existen tendencias de aumento de
participación en algunas devociones concretas.
- Vemos la presencia de grupos folklóricos (danzaores) que
intervienen en los actos rituales religiosos más notables de las romerías y
procesiones, que ejecutan entorno al símbolo sagrado.
- Hay un predominio de lo festivo y lúdico sobre lo
religioso.
CALAÑAS, 2018