En la mayoría de los pueblos de nuestra
geografía existen esas personas que, sin hacer excesivo ruido, están ahí
levantando paredes, solucionando problemas cotidianos, manteniendo colectivos,
desempolvando historia, colaborando con casi todo, dando su invalorable tiempo
para los demás, ayudando a mantener vivas las tradiciones .....en fin, podría
seguir enumerando quehaceres diarios que seguro alguno de ellos se quedaría atrás
sin merecerlo. Podríamos pensar, y de hecho así sucede, que todos hacen ese
tipo de labor porque les gusta hacerlo y que su único objetivo es querer
figurar en la sociedad en la que se desenvuelven. Nada más lejos de la
realidad, lo puedo asegurar. ¿a quién no le apetecería pasar, al menos veinticuatro
horas de un día cualquiera, sin tener que acudir a solucionar algún asunto que
concierna a los demás, teniendo que dejar de hacer algo propio? ¿cuántas veces
somos incapaces de quitarnos algo ajeno de la cabeza creando zozobra y
desasosiego en nuestra vida? ¿podemos contar los momentos en los que
desearíamos no estar involucrados en algo para poder dedicarnos por entero a lo
nuestro? Multitud de interrogantes podríamos plantear para argumentar el
contenido de éste relato, que seguro es tan real como la vida misma, sin
embargo, todos esas exposiciones son dejadas de lado a la hora de tomar una
decisión por parte del sujeto activo y no son tenidas en cuenta, esquivando
trabas y presentando argumentos a favor de llevar a cabo los compromisos en los
que nos hallamos inmersos.
Para que al menos una
vez, éstas personas sean tenidas en cuenta, deberíamos hacer un simple
planteamiento, y no es otro que todos y cada uno de ellos dejaran de llevar a
cabo sus compromisos por espacio de UNA SEMANA, sólo una simple semana. Estoy
seguro que la mayoría de los proyectos que funcionan debido al tesón de éstas
personas, sufrirían algún desajuste, o al menos perdería esa fluidez que hasta
ese momento le había caracterizado.
Voy a omitir nombres para no dejar a ninguna persona atrás, pero todos los conocemos.
Voy a omitir nombres para no dejar a ninguna persona atrás, pero todos los conocemos.
Hoy, me toca hablar y
sólo traer a mi blog, a las personas que desde hace bastantes años, muchos
años, llevan las riendas del Club
Atlético de Calañas, para que varias generaciones de chavales hayan podido
disfrutar en diversas etapas de su vida de éste popular deporte que existe en
nuestro pueblo desde 1934, que sepamos, donde el campo de fútbol estaba ubicado
en la explanada que sigue al Cementerio en dirección Sotiel, y donde los
balones utilizados eran de trapos bien liados con una badana cosida encima.
Hoy se puede disfrutar
de un campo de fútbol de albero al que en breve le será colocado césped,
dejando atrás aquel añorado Estadio La Renfe, donde los restos de escorias de
la vía te hacían polvo las piernas.
Actualmente, el Club,
tiene tres equipos federados en tres categorías distintas: BENJAMINES, CADETES
Y SENIOR. Todos ellos tienen un más que aceptable nivel de competición y participan en
ligas regulares y distintos trofeos, consiguiendo excelentes resultados.¿ Podemos
calcular por encima cuantos chavales mueven los directivos y colaboradores?
Entrenamientos, partidos, desplazamientos, gastos, responsabilidades, etc. TODOS
ELLOS MERECEN DE NOSOTROS NUESTRO RECONOCIMIENTO, RESPETO Y AYUDA, con eso se
conformarían.
Hay estamentos públicos
y también la propia sociedad a los que les corresponde de alguna manera, sin
tener que emplear dádivas, alimentar la buena disposición para así preservar
los contenidos que cada uno desarrolla. Hay momentos en los que es posible
llevar a cabo éstas obligaciones y los modos son de sobra conocidos por todos,
sin embargo, parece que no nos damos cuenta que es absolutamente necesario que
esto suceda, sólo porque tal vez puede llegar un día que no tengan esa
oportunidad para hacerlo porque no
tendrán a nadie a quien sostener.
CALAÑAS, 2017
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