Tomando como base el
trabajo realizado por Doña Victoria Eugenia Corbacho González y Doña María
Coronada Pérez Gómez, ambas de la Universidad de Huelva, y publicado en EREBEA,
Revista de Humanidades y Ciencias Sociales número 1 (2011) pp. 357-396, ISSN: 0214-0691,
titulado:
PIEDADES
PROYECTADAS Y DEVOCIONES VIVIDAS: COFRADÍAS Y HERMANDADES EN LA VICARÍA DE LA
PUEBLA DE GUZMAN (SIGLOS XVI-XVIII)
me dispongo a continuar la
entrada titulada "La Hermandad de la Santa Vera Cruz (1588)" para hacer
una síntesis relativa a las Hermandades
de Penitencia y todos aquellos datos que pueda encontrar sobre sus
orígenes, funcionamiento, años de vida, etc. con la única finalidad de abundar
en el conocimiento sobre la historia de nuestro pueblo, Calañas.
Tras las Hermandades de Gloria existentes en
los pueblos de la Vicaría de Puebla de Guzmán en aquellas fechas y de las que
ya dimos en la entrada citada algunos apuntes, aparecen las Hermandades de
Penitencia, orientadas a conmemorar la Pasión y Muerte de Cristo, así como la
Soledad de la Virgen, sus principales expresiones culturales se concentraron en
la Semana Santa y fueron las encargadas de organizar la liturgia de ese tiempo.
En la Vicaría de Puebla de Guzmán salieron a la calle en desfiles penitenciales
en aquella época un total de once cofradías: una en Cabezas Rubias, Calañas,
Paymogo y Santa Bárbara, dos en Alosno y hasta cuatro en Puebla de Guzmán,
quedando sin ninguna Villanueva de las Cruces, lo cual, en palabras de los
Visitadores del Arzobispado, inducía a pensar que sus gentes eran "poco aplicadas y muchísimo menos a la
Yglesia. Indevotos". En cualquier caso ¿cómo se distribuyeron éstas
Hermandades entre las distintas devociones?
Las preferidas fueron las cristológicas, con
seis cofradías de la Vera Cruz (en todos los pueblos de la Vicaría, excepto en
Las Cruces), tres de la Santa Misericordia (en Alosno, El Almendro y Puebla de
Guzmán) y una dedicada a Jesús Nazareno (en Puebla de Guzmán) mientras que la
Virgen, su Soledad únicamente procesionó en una hermandad en Puebla de Guzmán.
Todas éstas hermandades arrancan en la Vicaría al menos en el siglo XVI, sin
embargo algunas no llegarían más allá de los primeros años de 1700. Con el
tiempo se fueron restableciendo muchas hermandades y sería después de la Guerra
de la Independencia, en 1818, muchas de las hermandades sacramentales fueron
absorbidas por las cofradías de penitencia residentes en el mismo templo, hecho
positivo, ya que junto a la hermandad de las Ánimas, contribuían a mantener el culto divino y la decencia de los templos.
Sabemos, o al menos hemos oído hablar de LAS
ARCAS DE LAS TRES LLAVES (nuestra Hermandad de la Coronada conserva una en la
Casa Hermandad.) Este sistema también era conocido como ARCA DE LOS TRES
CLAVEROS (clave en latín es llave). Éstos tres claveros, guardaba cada uno una
llave de cada una de las cerraduras que disponía el arca en donde se guardaban
los documentos, libros de Hermandad, joyas y pertenencias de valor de las
imágenes, etc. De ésta manera, para sacar cualquier objeto, aparte de dejar un
documento en el que se decía quién y qué cosa se llevaba, tenían que coincidir
con sus llaves, los tres claveros (normalmente el Capellán, el Hermano Mayor y
el Mayordomo) y poder abrir el arca.

La mayoría de las cofradías hubieron de
contar con unos recursos económicos aceptables que le dieron vida hasta bien
entrado el año 1700 y en casi todas se llevaba un registro (los mayordomos) más
o menos detallado de los ingresos y gastos mientras ocupaban el cargo, cuentas
que eran revisadas por los visitadores del Arzobispado. Éstos asuntos
económicos de unas entidades que consiguieron autogestionarse durante años y
vadeando calamidades y conflictos propios de los tiempos, no han merecido un
estudio muy pormenorizado. En lo relativo a Calañas diremos que la hermandad de
las Ánimas, como en otros pueblos de la Vicaria, ayudó al mantenimiento de las
Sacramentales y de Penitencia debido sobre todo al alto número de hermanos
mantenían un volumen elevado de rentas. En 1706, un pueblo como el nuestro,
poco afectado por las transgresiones rayanas de los portugueses, sus cinco
cofradías tuvieron una renta media anual de mil sesenta y cuatro reales de
vellón. El 66% de los ingresos de éstas hermandades de penitencia procedía de
las aportaciones de los hermanos, de las limosnas, de las multas por sanciones
impuestas, etc. Otro aporte económico sustancial supusieron los censos o
tributos, que se convirtieron en el mejor seguro de vida de las hermandades en
tiempos de crisis. Además, estaba la explotación de bienes temporales
(propiedad de inmuebles rústicos o urbanos) que junto a los tributos
mantuvieron a flote las economías de las congregaciones de la Vicaria. En menor
medida citaremos los ingresos por rifas, fiestas de toros, bailes, etc. (todos
muy criticados por las autoridades religiosas) que junto a los legados y
ofrendas de los devotos supusieron el conjunto de los ingresos de las
hermandades.
El destino de todos éstos ingresos era muy
diverso, pero sobre todo se destinaba a cumplir con las finalidades de la
hermandad: celebrar honras fúnebres de los cofrades, sus familias, ofrecer
misas para su recuerdo y salvación de sus almas, asistir a hermanos enfermos y
pobres, y las mayores partidas a venerar a sus titulares. En las de penitencia,
aparte de las partidas destinadas a las funciones de la Semana de Pasión y sus
suntuosos desfiles procesionales, un gasto menor era el de la cera y vino para el
lavatorio de los cofrades de sangre. Otras partidas estaban destinadas a
pequeños salarios (lamparero y administrador), inspecciones pastorales,
conservación de propiedades, etc.
En cuanto a las celebraciones, diremos que
salvo en Las Cruces, que no tuvieron éste tipo de hermandades, en los demás
pueblos de la Vicaría, las mayoría de los informes de los Visitadores
reflejaban lo abundante de las gentes que participaban en las distintas
funciones y los suntuosos desfiles, todos muy "desarreglados".
"las
noches de Semana Santa se junta copioso número de hombres y mujeres que andan
las estaciones, de lo cual se debe temer gravísimos desórdenes y escándalos,
por tanto, los curas cuiden y estorben semejantes concursos, prohibiendo que
las mujeres salgan de noche a la devoción de dichas estaciones, procediendo
contra los inobedientes con censuras..."
Esto dio lugar a que sin excepción las
salidas procesionales se realizasen de día, disponiendo además que para evitar
litigios, los Miércoles, Jueves y Viernes Santos, se estipularon las horas en
los cuales debían acontecer las salidas del templo, el orden para procesionar,
la vestimenta modesta, ayuno, etc.
En la mayoría de los casos, todo éste
tipo de prohibiciones, reglas o normas fueron aplicadas o no en las distintas
localidades según convenía o les eran permitidas, siendo modificadas al libre
albedrío por los dirigentes de las hermandades, llegando hasta las puertas del
XIX en una relativa normalidad donde se entrelazaba lo religioso con lo
meramente festivo dando lugar a períodos donde lo mismo se recibía una misiva
por parte de la autoridad eclesiástica que se salvaban almas por rogativas y
crecían las devociones.
Lo relatado anteriormente, da fe de que la Semana Santa ha sido conmemorada en
Calañas desde tiempos pasados y respetada en todos sus aspectos, tanto de
cultos como de representación de la Pasión de Cristo y diversas imágenes con
sus hermandades de penitencia han recorrido las calles del pueblo a lo largo de
los años.
CALAÑAS 2025