No hace muchas fechas veíamos a Angel por Calañas, en el bar, por la plaza, en la calle Manefique, siempre traía algo entre manos: que si necesito un pregón de no sé que año, haber si tienes una foto de aquella Traída, en fin...sus cosas que llenaban parte de su vida. Cuando compartimos fiestas en Cornellá durante algunos años, Angel era la misma buena persona que cuando estaba en Calañas, siempre atento con todos, ofreciendo lo que tenía y preguntando por todo el mundo, aunque no siempre las conversaciones con él eran lo fluídas que se deseaban. Un buen día, el destino le jugó una mala pasada y por suerte salió de ella, aunque bastante tocado. Tuve ocasión de intercambiar algunas cartas con él en aquella situación y siempre teniamos a la Virgen entre nuestros consejos. Para él, era como una obsesión, todo lo que rodeaba a nuestra Patrona le hacía sentir diferente. En tu recuerdo, amigo Angel, éstas líneas.
Calañas, 2011
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