Ayer, 21 de noviembre, fallecía mi amiga Rosa Amorós, como solía llamarla. Mucha gente, tal vez, pensaba que ya había fallecido. Su voz y su pluma dejaron de estar presente entre nosotros hace ya varios años. Las Revistas de Feria y de la Virgen hace años que quedaron huérfanas de sus artículos sensibles y emocionados.
Persona de trato educado y agradable. Sonrisa abierta y corazón grande como los haya. Acogedora en su domicilio y creyente de pies a cabeza.
Rosa, Viuda de Amorós, como gustaba llamarse, nos dejó a los.... no importa cuantos años, pero seguro que muchos la recordaremos como una gran calañesa y una gran persona, amante de la poesía y de su pueblo.
Sus poemas, como le escribiría Don José María de Soto en el prólogo de su libro "Luz en mi camino", son como una granada abierta que deja ver sus granos llenos y rojos, que son sus amigos y su familia, por eso están cargados de amor y de ilusión, son como la Lapa Galana, llena de sol y de sombras.
Descansa en paz, amiga Rosa.
CALAÑAS, 2017
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