Hace unos días, con motivo
de la petición de una amiga que me interesaba
datos que tuviera recopilados del “sombrero calañés”, encontré pequeñas
menciones al “abanico de Calañas” y pensé sobre lo poco que sabemos de él y más
tarde comprendí de los escasos datos que se conocen sobre su existencia, por lo
que he decidido unirlos todos en éste breve artículo que sin duda puede
interesar a determinadas personas.
En la Revista editada por la Hermandad de Nuestra Señora de la Coronada del año 2001, mi amiga Mari Flor Ortiz Castilla, dedica un amplio artículo al abanico y donde podemos ver, por desgracia, que los datos específicos que se aportan sobre nuestro abanico en particular, son escasos:
“De
su afición a los refranes encuentra definiciones del abanico de Calañas:
“Abanico calañés, cuesta dos cuartos o tres”
“Abanico de Calañas, se le cae el papel y le quedan las
cañas”
La primera información sobre el abanico de Calañas la
busca en sus mayores, quienes le dicen que habían oído hablar de la existencia
de una fábrica de abanicos en Calañas en el siglo XIX y que eran los más
sencillos del mercado, con varillas (cañas rectangulares iguales en largo y
grueso) simples sin decoración, país o paisaje sin dibujo (los de Calañas eran
de papel) y el clavillo (alambre grueso remachado que ensarta las varillas) “
Mi aportación
personal tampoco será abundante, pero algunos datos curiosos he conseguido
dedicando tiempo a la búsqueda en internet y a las hemerotecas consultadas.
Los primeros datos
encontrados me remiten a un artículo publicado en la página 25 de un ejemplar
del ABC de Sevilla de fecha 23 de diciembre de 1975, titulado “Museo de Artes y
Costumbres Populares III”, donde, entre otras cosas, aparece el siguiente
anuncio:
ABANICOS DE CALAÑAS FINOS.
En la Calle de la Cuna
núm. 13, frente a la de la Cerragería, hay un gran depósito de dichos abanicos,
los que se despachan por mayor y menor, único despacho de ésta Fábrica.
Éste anuncio fue
publicado en el Periódico “El Porvenir”
de Sevilla, en su número 852 de fecha 20
de junio de 1850. Éste hecho nos demuestra dos cosas fundamentales: 1º que
existía una fábrica y 2º que su producción era muy abundante.
Del periódico EL DÍA, fechado en Madrid el 3 de julio de 1892, extraemos el siguiente recorte,
de un artículo dedicado al Abanico:
“Dediquemos un
recuerdo a la fábrica de Colomina, la más perfeccionada de España; a Don
Hipólito Bach, nuestro comerciante artista, maestro en la ilustración de
abanicos; a los primitivos abanicos de
Calañas (pueblo de la provincia de Huelva), los más toscos pero a la vez más
baratos y más populares……
Del periódico LA ÉPOCA, fechado en Madrid el 10 de julio
de 1920, extraemos el siguiente recorte, de un artículo dedicado al
Abanico:
“Su empleo por las
clases populares muy generalizado en Valencia y Cataluña en las procesiones
religiosas, no solo por lo individuos que forman parte de ellas, sino que los
colocan en las andas de las imágenes, crece aún más en Andalucía, con los llamados de Calañas, pequeña villa
de la provincia de Huelva, donde los fabrican. Su varillaje de caña común,
sujeto por un alambre como clavillo, y el país de papel sencillo, grotescamente
pintado, es el compañero de hombres y mujeres en fiestas de toros y de campo,
habiendo dado su corta duración a la frase: “ como los abanicos de Calañas, que se rompe el papel y queda la caña”.
Otros datos
encontrados nos remiten a un ejemplar de la Revista mensual COSMÓPOLIS editada en Madrid en 1919:
Según puede desprenderse de
la lectura de éste artículo, hay varias cosas que no cuadran con la realidad de
lo que fue el abanico que se fabricaba en Calañas:
- -- El país o paisaje en los de Calañas no
existía, vamos que eran de papel sin ningún tipo de dibujos.
- -Es posible que la popularidad de nuestro
abanico hiciera nominar al autor de la colección de esa forma para ganar en
visitas o ventas.
-
- En el párrafo que comienza “Después del año
54 se hicieron muchos abanicos de Calañas, pero ya sin sal ni pimienta; el
espíritu popular había huido de aquella industria
sevillana.”
Vamos
que ocurre algo parecido a lo de asumir la propiedad por parte de los
sevillanos de la Playa de Matalascañas y el Pantano de la Minilla (en Aracena).
Los datos siguientes corresponden
al Catálogo editado con motivo de la Exposición que La Sociedad Española de
Amigos del Arte, realizó en Madrid en 1920, entre los meses de mayo y junio,
una Exposición titulada “El abanico en España”, de la que Don Joaquín Ezquerra
del Bayo confeccionó un Catalogo General Ilustrado.
Al inicio del
Catálogo, hacen una amplia exposición de la historia del abanico en España, de
la que saco lo, para mí, más importante.
La cuna del abanico,
sin duda alguna fue Oriente (China, Japón, India y Egipto) donde no sólo dieron
muestras de su remoto empleo, sino que llegó a formar parte de una de las
piezas que formaba parte, junto al quitasol y al espantamoscas, de los
atributos de la realeza.
En su página 34 se
hace referencia al Abanico de Calañas y donde se comenta sobre la ausencia de
ejemplares de estos que fueron tan populares:
Los abanicos fueron
cambiando paulatinamente de forma, tamaño, color, temario del paisaje, etc.
según iban cambiando las modas de la época. En España, en el siglo XVII, apenas
si se fabricaban algunos abanicos y la mayoría eran exportados de países como
Francia o Inglaterra, a los que se pagaba un alto coste por su fabricación.
Parece que la primera fábrica abaniquera se fundó en Valencia en 1830 por Mr.
Coustelier. En Madrid, comienzan a fabricarse sobre 1870, con Don Antonio
Lambea, quien con su eficaz gestión consiguió que los abanicos nacionales
superasen en ventas a los extranjeros.
En el ejemplar del
diario ABC de Sevilla de fecha 11 de noviembre
de 1942, en su página 6 se citan los Abanicos de Calañas:
“Al paso de las
cofradías los vendedores ofrecían “Vino
de Villanueva” “Agua fresquita” y “Abanicos de Calañas”.
En el ejemplar del
diario ABC de Sevilla de fecha 8 de
abril de 1945, en su página 15 Don Antonio Olmedo hace un relato de la
Primera Corrida de la Feria de Abril de ese año, y entre otras cosas dice:
“Bellas espectadoras componían original nota
de color, mediante el intencionado juego de grandes abanicos de Calañas –
entonces de moda – cuyos paisajes eran litografías de Chamán hechas en casa de
Santigosa o dibujos grabados en madera de Mariani.”
En el ejemplar del
diario ABC de Sevilla de fecha 26 de
julio de 1959, en su página 25 Don José Andrés Vázquez, en su artículo
titulado La Casamentera Mayor, dice:
“oí en una disertación sobre la importancia
social del abanico, que la invención del de varillas y papel tuvo lugar en
Calañas, pueblo de la actual provincia de Huelva”
En el ejemplar del
diario ABC de Sevilla de fecha 18 de
abril de 1969, en su página 21 Don Fabricio II en la crónica de una corrida
de la Feria de Abril de ese año, dice:
“a la corrida asistieron muchas y bellas
mujeres, quienes pusieron en el ámbito de la Plaza del Arenal una nota de color
con los abanicos de Calañas, entonces de moda”
En el ejemplar del
diario ABC de Sevilla de fecha 30 de
noviembre de 1971, en su página 38 Don Joaquín González Moreno en un
artículo titulado Recordando el pasado. La Sevilla de hace un siglo, dice:
“…aquellos tránsitos enladrillados, donde la
silla de enea, el búcaro lebrijano y el abanico de Calañas, formaban toda la
maravillosa mecánica del verano de nuestros abuelos.”
En el ejemplar del diario ABC de Sevilla de fecha 22 de abril de 1972, en su página 19 Don
Juan Infante Galán en un artículo titulado Feria de Ayer, dice:
“aquí hay de todo para entusiasmar a
doncellas casaderas, pendientes, anillos de oro, evangelios, guardapelos, hay
puestos de abanicos de Calañas, hermosos pericones de fino varillaje y paisaje
de raso, abanicos de varillaje labrado en madera fina enlazados con cintas de
glasé y otros con país de tafetán, rosa, celeste o amarillo, adornados de
florecillas blancas.”
En el ejemplar del
diario ABC de Sevilla de fecha 27 de
junio de 1999, en su página 144, Doña Clara Guzmán en un artículo titulado
Aire, dice:
“Todavía
hay artistas que plasman su ingenio en la tela de abanicos convirtiéndolos en
auténticas obras de arte. Lo mismo que fue en su tiempo el denominado “de
Calañas” que recibió su nombre del pueblo de Huelva donde se fabricaban los
mejores abanicos. Eran de pergamino, vitela o cabretilla, muy apreciados en
Europa, donde se conocían con el nombre de “piel de España”. Además de su
finura, tenían la particularidad de haber sido tratados para que desprendieran
un agradable aroma.”
Cristóbal Llanes Baquero
Junio de 2014
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