A
veces, en el desarrollo del día a día de nuestra vida, ocurren hechos
que no nos son favorables al presentarse de forma diferente a cómo
habíamos pensado que podían llevarse a cabo. Los diferentes prismas
desde los que pueden ofrecerse la solución o no a unos planteamientos
determinan el grado de satisfacción o, caso contrario, de frustración, y
en función a ese resultado actuamos de una u otra manera. Si somos
personas plenamente formadas, lo normal es que, aun habiendo obtenido un
resultado negativo al plateamiento inicial de la proposición,
reaccionemos con mesura y comprensión y no con pataletas propias de
personas incultas y de poco raciocinio.
Las
trayectorias de las personas, de los grupos, de los pueblos, etc. están
marcadas y definidas por su historia, conocida y manifestada a lo largo
de su existencia y en la que sin lugar a dudas habrán tenido altibajos,
pero que con constancia y trabajo habrán superado, obteniendo así el
beneplácito de quienes les rodean.
Nadie
de forma particular debe considerarse con el derecho a intervenir en la
política de comportamientos y toma de decisiones que sólo y únicamente
corresponde a cada individuo o grupo de forma privativa. Si alguien lo
hace y además lo efectúa de manera ingrata, sembrando la cizaña e
inquina a su alrededor, probablemente engañe a algunos, pero lo más
seguro es que sólo obtenga de las personas sensatas su desaprobación y
repulsa.
CALAÑAS, 2018
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