De un artículo de la Revista de Feria de 1992, su autor, Don Antonio Ramírez Borrero, nos describe el estado de la sanidad en nuestro pueblo en el siglo XVIII.
Sabemos que en ese siglo las graves epidemias pestíferas que hicieron retroceder la población del país habían desaparecido, se vivió amenazados por otros procesos patológicos que pusieron en peligro su salud y sus vidas. Aquí veremos cuales fueron esas enfermedades y cuál fue la terapéutica empleada por la medicina local para combatirlas.
Las fuentes consultadas han sido las Respuestas Generales del Catastro de Ensenada relativas a Calañas, el Interrogatorio de Calañas de 1770 (AMC leg. 138) y el Diccionario Geográfico-Histórico de Pascual Madoz.
En aquellos años, Calañas contaba con dos médicos, dos boticarios, dos cirujanos, dos sangradores y un hospital. Es importante saber, que a pesar del número de profesionales y según estudios realizados sobre el tema "la farmacopea utilizada en cada uno de los pueblos se remitía a la costumbre y a la tradición oral, lo que nos revela que posiblemente nos encontremos ante profesionales de la medicina y la cirugía cuyos conocimientos científicos no iban más allá del curanderismo o bien no recibían información sobre nuevas prácticas terapéuticas".
Las enfermedades eran "las tercianas", "las fiebres catarrales", "los dolores de costado" y "el carbunco", que en su conjunto fueron las que causaron mayores estragos en la población calañesa.
Las tercianas eran fiebres palúdicas que transmitidas por el anófeles tuvieron el carácter de verdaderas epidemias en Calañas. Éstas fueron muy frecuentes hasta finales del siglo XIX.
Las fiebres catarrales eran originadas por la frialdad y sequedad del clima.
Los dolores de costado, llamados también pleuresía, era una enfermedad cuyos síntomas se asemejaban a los de las pulmonías.
El carbunco, sin duda, fue la más mortífera. Su causa se atribuye al consumo de carnes muertas. Era una enfermedad infecciosa, propia de vacas, ovejas y cabras, que transmitida al hombre tenía efectos letales. Sabido es que ese tipo de ganado era el más abundante en la localidad, por lo que la enfermedad debió ser frecuente en la villa.
Los remedios terapéuticos utilizados fueron las sangrías, los refrescos, las hierbas y las aguas mineromedicinales. Las sangrías para las tercianas, los dolores de costado y el carbunco. Para las fiebres catarrales, los humectantes y los refrescos elaborados con agua cocida con violetas y granos de cebada. En Calañas se contaba con abundantes fuentes de aguas medicinales (manantial del Agua Tinta, cerca de la Ermita) por lo que el uso de las aguas mineromedicinales era uno de los remedios más empleados.
En relación a la asistencia hospitalaria, diremos que el término "hospital" era entonces sinónimo de "asilo", que en Calañas era un establecimiento de beneficencia para recogimiento de pobres que en modo alguno contribuyó a mejorar la salud de la población.
En cuanto a la profesionalidad de los facultativos de la localidad podremos decir que según los remedios terapéuticos utilizados, ninguno de ellos había traspasado el umbral del curanderismo, de manera que los boticarios no eran otra cosa que meros arbolarios; los cirujanos y sangradores no era tales, sino simples barberos que se autotitulaban con esos apelativos, y los médicos, aunque titulados como los boticarios, estaban anclados en una medicina acientífica y de corte casero. En su beneficio, diremos, que no hubieran podido desarrollar una medicina de mejor calidad debido a los altísimos precios que en aquella época tenían los medicamentos en toda España.
CALAÑAS, 2022