Los sustantivos "ORÍGENES Y DENOMINACIÓN" de por sí son algo que, al menos en mí, han despertado siempre cierta curiosidad y también verdadero interés cuando se han referido a algo concreto y de particular afecto. Si ahora, éstos sustantivos van ligados "AL LUGAR DE CALAÑAS" puedo afirmar que todo se multiplica y llega a convertirse en PASIÓN POR SABER.
A continuación, se expondrán una serie de consideraciones, unas probadas y otras supuestas, pero ambas derivadas de hechos coetáneos o vestigios encontrados en zonas limítrofes a nuestro pueblo, donde hasta la fecha no ha podido realizarse un estudio sistemático que derivara en unas conclusiones más veraces que pudieran reforzar las teorías que se relatan.
Sin embargo éstas teorías pueden servirnos, con sobrados fundamentos, como bases incuestionables para exponer o debatir tanto sobre "los orígenes de Calañas" como de "su denominación".
ORÍGENES DEL LUGAR DE CALAÑAS
No podemos atestiguar sobre fecha concreta de cuando fue fundada Calañas, pero en varias ocasiones se han citado datos o narrado hechos relativos a la antigüedad de nuestro pueblo siendo objeto de una síntesis cronológica básica.
Según Romero Mantero en sus apuntes históricos, geográficos, económicos y sociales de la comunidad calañesa y su territorio, titulado A los pies del Morante, nos dice que parece bastante probable que el actual territorio calañés estuviese ocupado por comunidades prehistóricas, ya que está comprobado que así ocurrió en su entorno inmediato, teniendo más fundamento por la presencia de minerales para la elaboración del bronce.
Las fichas arqueológicas de la Provincia de Huelva, actualmente vigentes, definen un panorama en los términos municipales colindantes a Calañas que denotan unos asentamientos prehistóricos que no encontramos en el término municipal, simplemente por la ausencia de una investigación sistematizada del mismo en éste campo, lo que es probable afirmar que en Calañas también existían yacimientos aún por investigar. Entre los datos encontrados en su entorno citamos: necrópolis (Almonaster), sepulcros (Zalamea la Real), Cistas y Dólmenes (Valverde del Camino), poblados Edad del Bronce (Trigueros)..... Con éstos datos es probable admitir la existencia de yacimientos también en Calañas. No obstante, el Ingeniero Director de las Minas de Silos de Calañas en 1.870, Don Recaredo de Garay y Anduaga remite un escrito a Don José Amador de los Ríos, catedrático de número de la Academia de la Historia donde informa del descubrimiento y excavación de 25 sepulturas en cistas en el término de Calañas y que parecen corresponder al Bronce avanzado, así como un hacha de cobre en la Fuente del Casarete (Calañas), un vaso sepulcral de barro en el Cabezo del Guijarro (Calañas), dos pateras funerarias de barro cocido (Calañas).
Según indica Estrabón (geógrafo e historiador griego), parece ser que toda esta zona serrana-occidental de la provincia y su inmediata meridional estuvo ocupada por un pueblo de origen céltico (Beturia Céltica) quedando más al sur uno de los pueblos tartésicos, los turdetanos.
La presencia romana es ya incuestionable por las muestras de utensilios mineros de aquella época que se han encontrado (en la mina de Sotiel Coronada se hallaron una serie tornillos hidráulicos en uno de los anchurones próximos al Pozo de San Juan que fueron reconocidos y descritos por Gonzalo y Tarín; una bomba de Ctesibio cuyo único ejemplar procede de la Mina de Sotiel, hallado en 1889 y explicado por Vitrubio y en el paraje Cabeza del Agua, en término de Calañas, se encontraron restos de una noria romana).
Tornillo de Arquímedes
De la época árabe, tampoco se tienen noticias ciertas relativas a los posibles pobladores del término, pero ya aparece con mayor nitidez el Andévalo y el ámbito territorial de Niebla, como zona habitada especialmente en el tiempo de los conflictos de la Reconquista.
El lugar de Calañas fue habitado por fenicios, griegos, cartagineses y árabes. Fue conquistada a éstos por el Gran Maestre de la Orden de Santiago por el Capítulo de Mérida y al servicio de Alfonso X de Castilla, el portugués Don Pelayo Pérez Correa, que la puso bajo el patronato de aquella Orden.
El reino de Niebla no llegó a cumplir los veinte años. Surgió en 1.234 por elección de Xayb ben Mohammad ben Mafot, reconoció a los abasíes en 1.243 y prestó ayuda a los musulmanes de Sevilla durante el cerco. Luego reconoció el vasallaje del rey de Castilla, pero en 1.262, Niebla se vio cercada y conquistada al fin por Alfonso X, quien expulsó a los moros de ella y la pobló de cristianos.
Los documentos que sirven como partida de nacimiento a Niebla son muy escasos. Desde 1.239, los castillos de Alhajar y Ayamonte estuvieron en poder de la Orden de Santiago, pasando a Castilla a partir del acuerdo con Portugal de 1.253 y es posible que Alfonso X, en los años siguientes, asentara ya algunos pobladores, pero no sería hasta 1.262 cuando tuvo lugar la verdadera repoblación y organización, después de la conquista del reino de Niebla.
En 1248, Fernando III toma Sevilla y cinco años después el Rey Sabio fija el alfoz de la ciudad. Era tan extenso que sus límites occidentales estaban en el Guadiana y, por el Norte, se extendían hasta el Ardila. Comprendía Cortegana, Almonaster, Zufre, Aracena, Aroche, Sotiel, Tejada y El Cerro. El documento no nombra, lógicamente, ni a Zalamea ni a Calañas, entonces simples lugares. Ni tampoco a Facanías, una venta en un cruce de caminos. Sin embargo, la mención de Sotiel revela la importancia del cenobio como santuario mariano ya en aquellas épocas. Se deduce que, siendo pioneros en la reconquista del suroccidente peninsular los portugueses, toda la comarca que cruza el curso medio del Odiel estuvo sometida a constantes incursiones bélicas de uno y otro bando pues los límites aún no estaban definidos.
Una vez finalizada por Alfonso X el Sabio la conquista del sudoeste español, se seleccionaron como cabeceras de comarca, cuatro poblaciones de la provincia de Huelva: Ayamonte, Gibraleón, Huelva y Niebla.
En 1.251 ya aparecen en los documentos – por primera vez – de lo que se conoce hasta el presente, nombres de los lugares del territorio. En el documento de concesión a Sevilla – por parte de Fernando III – del Fuero de Toledo, se citan, entre los territorios donados a la ciudad de Sevilla, El Andévalo y Sotiel.
En 1.262, Alfonso X, dio a la villa Carta Puebla (documento en que un soberano fija las condiciones a que han de sujetarse los habitantes de un lugar, sobre todo para favorecer su repoblación) y el título de Muy Leal, privilegio confirmado más tarde por Enrique II cuando se crea el Condado de Niebla. Estos datos aparecen en copias de documentos que se conservan en el Archivo General de Simancas, Sección de Hacienda.
El antiguo reino almohade de Niebla queda organizado como Concejo, a la vez que el territorio se deslindaba, comprendiendo las poblaciones de: Trigueros, Beas, Rociana, Villarrasa, Bonares, Lucena, Alájar y el Campo de Andévalo, extensa comarca que comprendía los municipios de Alosno, Puebla de Guzmán, Paymogo, El Almendro, Villanueva de las Cruces, Cabezas Rubias, Santa Bárbara y Calañas (tierras comuneras del Condado) (Julio González 1.947. Repartimiento de Sevilla).
Argumentos de Don Rodrigo Amador de los Ríos admirado por la proporción magnífica del templo de Calañas, publicados en la Revista de la Hermandad de la Virgen de la Coronada de 2006 por Don Rodrigo Tejada Romero en relación con la antigüedad de Calañas, entre otras cosas dice:
" La única memoria, pero memoria interesante, que sorprenda en aquella iglesia suntuosa, aparece oculta casi, y pintarrajeada en el ángulo derecho interior de la puerta meridional de la Epístola. Es un capitel visigodo de gran tamaño, vaciado, que hace oficio de pila para el agua bendita, y cuyas labores estragadas desfigura más la pintura que la cubre. Hallado probablemente en la misma iglesia, con ocasión quizás de la reconstrucción o reforma del edificio en el siglo XVII, testimonia de la presencia de los visigodos en Calañas, y acaso figuró en el templo que convirtieron los musulmanes en mezquita".
CALAÑAS, 2023