Don Paio Péres Correia (Pelayo Pérez Correa), nació en 1205, en Monte de Fralaes, Concejo de Barcelos (Portugal) y falleció en 1275 en Uclés (Cuenca), y tiempo despúes, sus restos fueron trasladados por mandato de los Reyes Católicos al Monasterio de Tentudía (Calera de León, Provincia de Badajoz) que según se dice había sido fundado por él mismo y en cuyo muro izquierdo del altar mayor hay un sepulcro con la inscripción " Aquí iace el gran maestre de Santiago Pelai Pérez Correa " en carácteres góticos. En el siglo XVIII sus restos sufrieron un nuevo traslado, ahora a Tavira (Portugal) a la Iglesia de Santa María del Castillo.
El motivo de traer a éste blog la historia de éste personaje no es otro que conocer algo de su vida, ya que se dice que el lugar de Calañas fue conquistado en el siglo XIII a los árabes por el Gran Maestre de la Orden de Santiago por el Capítulo de Mérida y al servicio de Alfonso X de Castilla, por Don Pelayo Pérez Correa.
Fue un personaje
aureolado por lances, hechos y hazañas extraordinarias, merecedor de renombre y
fama inmortal tanto por su diestro uso de la espada, como por su prudencia y
sabiduría. Miembro de una ilustre familia portuguesa, siendo muy
joven se trasladó a Castilla para ingresar como caballero en la Orden de
Santiago. Hombre muy devoto y temeroso de Dios a la usanza de la
época, fue elegido maestre de la Orden monástico-militar de Santiago en 1242.
Con él la Orden conoció su máximo esplendor.
Su capacidad de entrega y su prestigio militar le hizo
ser requerido por los reyes de Castilla y Portugal, de modo que entre los
dirigentes políticos y militares que acompañaban a Fernando III en la conquista
de Sevilla se encontraba el maestre de Santiago.
Uno de los mayores logros de su carrera militar
aconteció precisamente en la toma de Sevilla entre otras cosas
porque su influencia hizo decidir al rey poner cerco a la ciudad para poder
conquistarla.
El primer escenario de su acción en el Alentejo portugués, donde conquistó Mértola. Desciende luego hasta Ayamonte y corta así las posesiones árabes del sur en dos.
En el año 1242 se hace en Mérida Gran Maestre de la Orden de Santiago, sucediendo a Rodrigo Íñiguez y pasó entonces a estar al servicio de Fernando III de Castilla y de su hijo, el futuro Alfonso X el Sabio. Uno de los mayores logros de su carrera militar aconteció en la Reconquista de Sevilla, donde toma la Fortaleza de San Juan de Aznalfarache.
En 1240, fue sucedido por Gonzalo Ruiz Girón en el maestrazgo de la Orden de Santiago.
En su vida aparecen algunos hechos anecdóticos que relataremos brevemente:
- Durante el sitio a Sevilla cuenta la leyenda que 270
caballeros con su maestre a la cabeza, se adentraron demasiado en la sierra y
les cogió la noche sin haber logrado derrotar completamente a los enemigos. Por
mediación de sus oraciones y súplicas pidió a la Virgen que les diera unas horas
más de sol y así tener tiempo de ganar la batalla trabada con los
musulmanes en la actual zona de Llerena. Imploró a la Virgen gritando:
¡Santa María, detén tu día!. La Virgen Santa María le escuchó y mandó
detener el curso del día, el sol se paró en el horizonte hasta que consiguieron
vencer y expulsar a los moros de aquellas montañas.
En recuerdo de éste y otros hechos milagrosos, se
fundará luego el monasterio de Santa María de Tentudía que aún da testimonio
del suceso.
- También recoge la tradición otro suceso milagroso del
que fue protagonista Pelayo Pérez Correa durante el sitio a Sevilla
conseguidos por la fuerza de su fe: el del llamado “Manantial de la Amistad”.
Según la leyenda, estando el maestre recobrándose de una herida de flecha enemiga,
al no tener agua el campamento en pleno verano sevillano, pasó una sed
espantosa, mitigada por la intervención del moro Omar, un médico musulmán que
cuidó y curó al maestre. Cuando por fin D. Pelayo se sintió completamente sano,
agradeció los cuidados de Omar y le nombró caballero personal, manteniendo una
verdadera amistad. No obstante, esta amistad no era bien vista por algunos y
al poco Omar fue asesinado por unos soldados.
Ante su tumba, clavó su espada en tierra y de la brecha brotó un
manantial inagotable que aún hoy existe (en la zona de Bellavista). El manantial abasteció
sobradamente las necesidades del ejército de Fernando III, pudiendo tener agua
durante los meses de asedio a Sevilla sin ninguna escasez.
Si meritoria fue la colaboración de don Pelayo y de la
Orden de Santiago con el rey Fernando en la conquista de los territorios
andaluces, no menos valiosa lo fue para el sucesor, Alfonso X, quien otorgó
a su Orden de caballería, cartas y privilegios varios.
CALAÑAS, 2014