El accidente
minero del 5 de marzo de 1895 en Sotiel Coronada
En las IV Jornadas sobre
Historia y Patrimonio de Sotiel Coronada celebrado en esa localidad el pasado 6
de marzo de 2020 y celebrado en el Salón Socio-Cultural, uno de sus temas a
exponer fue la conferencia a cargo de Don Juan Antonio Morales González,
Doctor en Ciencias Geológicas por la Universidad de Sevilla, que versaba sobre “La
reconstrucción del accidente del 5 de marzo de 1895”
Basándonos en esa extraordinaria conferencia haremos un resumen de lo que
fue uno de los más desgraciados accidentes que se produjeron en la minería a
finales del siglo XIX y principios del
XX y que no llegó a general conocimiento, cosa que no ocurre hoy día, ya que cualquier
noticia de ésta índole ocupa las primeras páginas en grandes titulares de la
prensa.
El caso del accidente ocurrido en la mina onubense de
Sotiel Coronada es un claro ejemplo de ello. Siendo el cuarto accidente más
grave en la historia de la minería española, apenas fue citado en los
periódicos de la época, tan solo en unas líneas escondidas entre el resto de
artículos que más que informar lo que hacían era confundir al lector. Decenas
de muertos en cada uno de ellos no fueron suficientes, no ya para que la prensa
se hiciese eco de ellos sino, ni siquiera, para que se abriera una
investigación que aclarase sus causas para intentar que no volvieran a ocurrir.
Las minas de la provincia de Huelva
Existe un gran número de minas en la que se conoce
como Faja Pirítica Ibérica que se crearon para explotar los yacimientos de
sulfuros masivos más importantes del mundo y se sitúan en una banda que se
extiende de oeste a este por la comarca del Andévalo de Huelva y desde el
Alentejo Portugués hasta la Sierra Norte de Sevilla. Estas minas son también
de las más antiguas del mundo de las que se tiene constancia de su explotación
y del inicio de la metalurgia.
Sin embargo, tras el abandono que se produjo con la
caída del imperio romano, estas minas fueron abandonadas y no es hasta la segunda
mitad del Siglo XIX, en la época de la Restauración, cuando vuelven a
explotarse.
Accidentes graves en la minería española.
En unas condiciones de trabajo precarias, no es de
extrañar que se produjeran accidentes graves. El accidente más antiguo del que
se tiene constancia con más de una decena de muertos es uno ocurrido en la mina
de Santa Elisa, en Belmez, el día 1 de abril de 1868, donde una gran explosión
de grisú provocada por un cigarrillo sesgó la vida de un número de obreros que
oscilan entre 29 y 38 según las fuentes. Tras este, otros accidentes por
grisú se sucedieron en otras minas de carbón, como el ocurrido también en
Belmez, en la mina de Cabeza de Vaca, en el que murieron 16 obreros en 1881.
Cuando ocurrió el accidente de Sotiel Coronada en
1895, éstos eran los único accidentes graves que habían ocurrido hasta
entonces; sin embargo, tres años después, en el día 17 de marzo de 1898,
ocurrió un nuevo accidente en Belmez, esta vez en la mina de carbón de Santa
Isabel. En este caso, el uso inadecuado de un barreno provocó una explosión que
derrumbó una galería entera. Entre quemados, sepultados y asfixiados
fallecieron 53 mineros.
Sin embargo, no fue éste el accidente más grave
sucedido en la historia reciente de la minería española. El día 28 de abril de
1904 se produjo un terrible accidente en la mina La Reunión, de la
sevillana localidad de Villanueva del Río y Minas. En este caso, las causas de
la explosión fueron también debidas a un cigarrillo, que encendió una onda de
fuego que se desplazó por las galerías. El fuego consumió todo el oxígeno, de
tal modo que entre quemados y asfixiados murió un total de 63 mineros. Nada
debió cambiar en esta mina a pesar de las huelgas que siguieron al accidente,
puesto que en la misma ocurrió un accidente idéntico en 1959 con el fatídico
resultado de 16 fallecidos.
Todos los casos citados ocurrieron en Andalucía y, en
todos ellos, el mutismo de la prensa fue casi total, aunque en el caso del
accidente de La Reunión, pudo deberse a la coincidencia con una visita de
Alfonso XIII a esta región.
El accidente de Sotiel Coronada
A diferencia del resto de los accidentes graves, el de
Sotiel Coronada es el único que ocurrió en una mina de sulfuros masivos en
lugar de en una mina de carbón. En este caso no se produjo una explosión, sino
que fue un incendio el que provocó la muerte por asfixia de 21 trabajadores,
además de otro de ellos que fue el único en morir por el efecto de las
quemaduras.
Si atendemos a la breve información que aparece en
los periódicos no obtendremos más que confusión, ya que algunos atribuyen
la causa a un fuego en los maderos del entibado que, al ser de pino, generarían
un humo denso y negro que impediría por completo la respiración. Sin embargo,
no se explica cómo se generó este fuego. Otros medios atribuyen el origen del
fuego a una chispa surgida desde unos generadores destinados a suministrar
energía a las turbinas de ventilación. Esta chispa habría prendido en la resina
del entibado. En este caso la hipótesis es poco creíble ya que la resina de
pino no prende fácilmente bajo simples chispas.
Recientemente, una hipótesis apunta en un sentido que
no había sido ni siquiera planteado en las fuentes: el acumulo de material
explosivo en las galerías previamente a las voladuras. En este caso se atribuye
a la chispa desde una de las locomotoras el origen del fuego al haber prendido
en la pólvora y luego transmitir en fuego al entibado. Esta hipótesis vendría
avalada por el hecho de que algunas fuentes describen la locomotora y el convoy
atravesados en medio del fuego impidiendo el paso a los mineros que intentaban
salir por esa galería y por la muerte de los dos maquinistas de la locomotora.
De cualquiera de las formas, la galería en la que se
encontraba trabajando la mayoría de los obreros fallecidos no tenía pozo alguno
de ventilación, por lo que las condiciones de renovación del aire debían de ser
deficientes y permitiendo así que el humo quedase acumulado.
Los fallecidos. Llama poderosamente la atención que
una sola fuente recoge el nombre de los fallecidos. Se trata del diario El
Imparcial, que emita una lista de finados cuatro días después del suceso.
Habiendo investigado en los archivos parroquiales de Calañas y del registro
civil, y contrastando esta información con la ofrecida por el padrón de
habitantes de 1894, hemos llegado a la conclusión de que se producen numerosos
errores en el registro de los fallecidos, tanto en la denominación de su lugar
de origen, como en sus apellidos.
Los fallecidos son:
- Capataces:
José Amaro Rico (42 años) y Juan Castilla Pérez (40 años)
- Jornaleros:
Francisco Muñoz Núñez (39 años), Cristóbal Charneca Macías (43 años), Blas
Garrido Oso (25 años), Manuel Monís Martín (19 años), Guillermo Monís
Martín (21 años), Rafael Palanco Fernández (26 años), Joaquín Silva
Barbosa (27 años), José Sousa Guerreiro (45 años), Manuel Santiga Morgado
(19 años), Manuel Mezquita Mora (32 años) y Juan Rodríguez Vázquez (45
años)
- Barreneros:
Juan Fernández Romero (28 años), José Márquez Gómez (30 años), Gregorio
Conejo Fernández (34 años), Francisco Sánchez García (50 años) y Antonio
Noguera Márquez (44 años)
- Maquinistas:
Francisco Cruz Garabito (28 años) y Antonio González Martín (34 años)
- Artillero:
Joao Reposo (33 años)
- Albañil:
Alejandro Castilla Fernández (46 años)
La procedencia de estos mineros era de lo más
variopinta, ya que es una muestra de la multiculturalidad de una mina recién
creada, formada por
una población venida desde cualquier parte en busca de un trabajo duro pero
seguro. Entre los fallecidos 8 eran de los dos pueblos más próximos (5 de
Valverde del Camino y 3 de Calañas) y 4 de ellos eran de otros pueblos de la
provincia de Huelva (2 hermanos del Castaño de Robledo 1 de La Puebla de Guzmán
y 1 de El Almendro). También fallecieron 4 mineros portugueses, procedentes de
la vecina comarca de El Algarve. El resto era de otras localidades repartidas
por la geografía española (1 de Morón de la Frontera –Sevilla-, 1 de Canillas
del Aceituno –Málaga-, 1 de Fabero –León-, 1 de Losilla de Alba –Zamora- y 2 de
San Pedro de Trasverea –Orense-.
¿Y después qué? Tras el accidente, en la localidad minera sólo hubo
consternación. Ni siquiera los pocos activistas sindicales fueron capaces de
organizar una jornada de protesta, ni mucho menos una huelga. El periódico
local, La Provincia de Huelva, se hizo eco de la noticia dos días más tarde,
pero la afinidad de este periódico con las empresas mineras que lo financiaban
en casi su totalidad hace que el enfoque de la noticia sea totalmente sesgado y
no ofrece información fiable. El resto de periódicos de tirada local en
diferentes localidades españolas van haciéndose eco bastante más tarde y sacan
la noticia en sólo unas pocas líneas entre otras noticias de menor calado. Sólo
los diarios El Imparcial y La Correspondencia de España hacen un seguimiento a
la evolución de la noticia día tras día, dando un listado de fallecidos. En la
Revista Minera se publica semanas más tarde un artículo extendido sobre la
catástrofe, sin embargo, en su enfoque se observa el dictado de la empresa
minera, ya que es claramente exculpatorio y dedica sus esfuerzos a demostrar la
falta de responsabilidad de los responsables del establecimiento minero, sin
ahondar en las causas del incendio, que atribuye a causas fortuitas e
inevitables. Un enfoque diferente es el que se le da en el semanario El
Socialista, con un claro sesgo recriminatorio, que condena la actitud de la
empresa y sin afán ninguno por conocer la verdadera causa del siniestro.
Por el diario La Correspondencia, sabemos
que el diputado onubense Burgos y Mazo hizo una pregunta en el Congreso, a la
que el Ministro de Hacienda contestó que se investigarían las causas del
siniestro y se dictarían leyes para la mejora de las condiciones de
seguridad en las explotaciones mineras de interior. Desconocemos si en sesiones
posteriores se siguió insistiendo en este tema, ya que ningún diario hace
mención al tema. Lo que sí es patente es que estos gobiernos no dictaron
normativa alguna sobre el tema y todo siguió exactamente igual.
Lo más lamentable de todo esto es que hoy, 125 años
después, no hay ningún monumento que conmemore la catástrofe. Las tumbas de
los mineros fallecidos ni siquiera tienen lápidas y éstos no están
identificados. Es más, hasta hoy, sus nombres habían sido olvidados. Sirva este
artículo como homenaje a sus vidas y como acto reivindicativo para que se erija
un monumento digno a su memoria.
Tumbas sin lápida de los mineros
fallecidos en el cementerio de Calañas.
La catástrofe de Sotiel Coronada es reconstruida en la
novela Ira de Plutón, del mismo autor del presente artículo y ha sido
editada por la editorial Círculo Rojo.
CALAÑAS, 2023