jueves, 26 de noviembre de 2020

El coche fúnebre conductor de cadáveres

Aunque pueda resultar para algunas personas un poco tétrica la entrada, también formó parte de la vida de nuestro pueblo.


Muchos de nosotros nos acordaremos cuando éramos unos niños, allá por los años 50, que cuando fallecía una persona, el velatorio se hacía en la propia casa, luego se llevaba el ataúd a hombros a la Iglesia y después del funeral, también a hombros se trasladaba hasta pasada la Huerta de Borrero, donde esperaba el "Carro de los muertos" que tenía su conductor y era tirado por un caballo.

Antes de utilizarse éste tipo de prácticas, los fallecidos eran trasladados al cementerio en algún tipo de andas, cadalso o similar y eran portados a hombros. Luego, recién entrado el siglo XX, el traslado de los cuerpos de los finados empezó a hacerse en carrozas o coches fúnebres, por lo que se dictaron normas en los Ayuntamiento que regulase éste tipo de servicios, que fueron municipales.

 


 

En Calañas, según datos recogidos del Archivo Municipal, sería en el año 1927, en 1º de enero, cuando se promueve el primer expediente para adjudicar "el servicio de conducción de cadáveres en coche al Cementerio Católico" de la Villa y que tendría una duración de cinco años.

 

El Alcalde de ese año, Don Julián Romero Gento, en el mes de noviembre anterior (1926) promueve una sesión extraordinaria en la que se informa que el servicio municipal de traslado de cadáveres habrá de hacerse por administración o concierto, no olvidando tampoco el mayor beneficio que pudiera obtenerse del mismo.

Se acuerda la fórmula del concierto público, por lo que se nombra una Comisión que establezca las reglas para el mismo.

Entre las más destacadas citamos:

  • plazo de cinco años y tipo de mil pesetas anuales en las que van incluida la manutención del caballo.
  • concurso anunciado en el Boletín Oficial de la provincia
  • el Ayuntamiento entregará un coche, los arreos y demás efectos que deberá cuidar el adjudicatario.
  • el caballo deberá ser del adjudicatario y deberá ser de marca y de pelo negro.
  • el servicio será gratuito para los familiares del difunto, salvo en el caso de los Barrios mineros (excepto Torerera por no tener vías de acceso) que los mismos gratificarán al cochero.


A finales de 1926 se saca el concurso público al que concurrieron dos vecinos del pueblo: Don Pedro Arenas Conde, con domicilio en la Calle Colón y que oferta la cantidad de 900 pesetas anuales para que le fuese adjudicado el servicio, y Don Rocío Gómez Maya, con domicilio en Ejidos Matadero, quien oferta 895 pesetas por el servicio. Se acuerda conceder el mismo a Don Pedro Arenas Conde, quien la Comisión y en su presencia, procede a examinar el caballo y a hacerle entrega de los arreos y demás efectos necesarios, lo que firman para constancia y acreditación con fecha 31 de diciembre. Hacen constar que el coche fúnebre necesita una reparación al encontrarse en mediano estado.

 


 

En el mes de noviembre de 1931, el Alcalde Republicano Don Pedro Sánchez Díaz, hace saber que conforme al acuerdo del Ayuntamiento del día 14 de ese mes se pone de agravios la contratación del servicio de conducción de cadáveres al Cementerio. Éste concurso es adjudicado a Don Benito Hidalgo Borrero el día 18 de enero de 1932, siendo examinado el caballo y retirados los arreos y demás enseres, firmando los concejales Don Miguel Pozuelo y Don Fernando Hidalgo. 

 


CALAÑAS, 2020

 

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